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Vaya por delante que me reitero en que no sé exactamente dónde va a desembocar esta serie de artículos debido, sobre todo, a la cantidad de datos por contrastar, los personajes que intervienen en esta historia y los misterios que aún encierra el propio monumento y las circunstancias de su desaparición. Esta es una historia que se escribe sola, a través de las preguntas que surgen de su propio relato.

Por Francisco J. Lifante

Fletcher, en su primer dibujo del emplazamiento (Fig.1), destaca la «cordial acogida y facilidades que se nos dispensaron en Monforte del Cid, y la valiosa ayuda encontrada en su alcalde», por aquel entonces Pascual Belda Mirambell (alcalde desde el 17/08/1940 hasta el 17/03/1945), así como la eficaz colaboración del capataz-reconstructor del S.I.P. (Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Alicante, fundada en 1927), Don Salvador Espí (1891-1965).

Fig. 1: Emplazamiento del Monumento Megalítico dibujado por Fletcher Valls en 1941

Según Fletcher Valls, se encontraba en la margen izquierda del río Vinalopó, aproximadamente, según el rudimentario mapa dibujado a mano alzada.

Cita que la construcción se sitúa en la partida denominada «el Secano», término del Molino de Blasco, siendo su dueño Don José Salas Carrasco (quien tuvo la gentileza de autorizar los trabajos de excavación).

Este emplazamiento sería, en la actualidad, el cruce entre el Río Vinalopó y el puente de la carretera de Aspe aproximadamente, según cuentan testimonios actuales cercanos a su descubridor Don Eulogio Esplá. En el próximo artículo proporcionaremos documentación gráfica actual del supuesto emplazamiento descrito. Asimismo, se da la circunstancia que todos los emplazamientos arqueológicamente más valiosos de Monforte del Cid, se encuentran en ese área.

También afirma que la distancia desde el cauce sería de unos 8,5 metros.

En este aspecto especula con el motivo del descubrimiento, que cree, se ha debido a un corrimiento de tierras que cubrían completamente la construcción, originando éste un pequeño túnel y una profunda grieta «a través de los cuales veíanse unos sustentáculos y unos arquitrabes» (parte inferior de las tres que constituyen el entablamento de un edificio clásico, que soporta el friso y descansa sobre los capiteles de las columnas).

«Al visitar nuevamente el yacimiento en el verano de 1941, para proceder a su excavación, estaba cambiada la fisionomía del lugar, pues había desaparecido el túnel y existía una zanja de exploración hecha, por mano desconocida, en la parte alta del yacimiento, aunque la construcción no había sufrido en su estructura». Este punto del relato del doctor Fletcher es importante, ya que de alguna manera insinúa que se había intentado la sustracción del megalito o la manipulación no natural del mismo. Aunque esto es una libre interpretación mía, dados los expolios a los que ha sido sometido Monforte en otros casos.

Acaba relatando, en la cuestión de su emplazamiento, que «tanto en la parte alta de la margen del río, como en la baja, comprobamos unos atisbos de alineamientos de piedras hincadas, pero no puede rastrearse una gran extensión de los mismos por los hundimientos y resquebrejaduras, lo que impide datarlas con probabilidades de certeza».

 

 

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Francisco J. Lifante

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