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¿Qué pensarían ustedes si les dijera que Alan Turing fue la persona que descifró el código secreto de los nazis y que fue vital para ganar la II Guerra Mundial?

Supuestamente, cualquier persona que estuviera en sus cabales, lo tendría entre aquéllos héroes nacionales cuyo nombre se escribiría con letras de oro en los libros de historia.

Pues resulta que Inglaterra opinaba justamente lo contrario. No sólo disentía de esta opinión sino que además lo castró químicamente, alternativa a una cadena perpetua que le impusieron en 1.952 por el delito de sodomía.

Alan, además de ser considerado uno de los padres de la inteligencia artificial, sirvió magníficamente a la Corona Británica ayudando a descifrar los códigos que transmitían los alemanes a través de la famosa máquina ENIGMA. Esto resultó decisivo para la victoria aliada. Imagínense descifrar todos los “pre-mails” que Hitler publicaba en su nefasto perfil de “nazi-book”.

Enigma era una máquina de codificación desarrollada por el ingeniero alemán Arthur Scherbius.

El mecanismo era tan eficiente que para 1933 los alemanes lo usaban para codificar todas las comunicaciones de sus fuerzas armadas, convencidos de que nadie podría descifrar sus mensajes.

Pues si ser informático en 1.945 era ya duro de por sí, Alan cometió el imperdonable error de ser homosexual, condición que nunca se molestó en ocultar, cosa que le condenaría de por vida, y cuya inclinación sexual eclipsaría todos sus logros, tan decisivos en el transcurso de la historia moderna (vaya contradicción ¿no creen?, deberíamos llamarla historia reciente o algo así).

Su historia quedó reflejada en The Imitation Game (El código Enima), la cinta de 2014 protagonizada por Bendict Cumberbatch. La película, que ganó un Oscar por su guión, mostró como la discriminación destrozó la vida de este genio y héroe de guerra.

Alan, dos años después de la castración a la que fue sometido, se suicidó preso de una profunda depresión. El servicio secreto mantuvo en la confidencialidad el trabajo de Turing durante 50 años. No fue hasta después de su muerte cuando su vida se vio bajo otra luz. En 2009, el primer ministro Gordon Broen se disculpó por la forma en la que el gobierno inglés había tratado a Turing. En 2013, la reina Elizabeth II le otorgó al genio un indulto oficial.

La represión a los homosexuales ha sido históricamente un signo de debilidad de los gobiernos que la ejercen, sobre todo en las naciones imperialistas. En EEUU, el delito de sodomía sigue vigente en más de veinte estados. Sin embargo, no ponen ninguna pega a la sodomía si es entre hombres y mujeres.

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Francisco J. Lifante

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